Llevo más de treinta años
viviendo en España, pero todavía tengo pasaporte británico. Ahora tengo el
derecho a convertirme en ciudadano español, por el tiempo que llevo y porque
estoy casado con una española.
Sin embargo he pospuesto
solicitar la nacionalidad española porque esperaba que un día todos seríamos sencillamente
Europeos, y que todo esto de pasaportes españoles, británicos, franceses o
alemanes sería cosa del pasado. Más o menos como la peseta, el franco o el
marco.
Ahora, con Brexit, mis
planes han sido truncados. Una vez más nos dividimos. Debo escoger entre una
cosa o la otra. La inclusión no es una opción.
Crear un pasaporte
europeo no parece estar en la agenda política. Quizás ha llegado la hora de
promover la idea, por un sentido de unidad, y con la esperanza de que el
proyecto europeo no sea sólo un sueño imposible, sino un futuro inevitable,
deseable y posible.
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