¡Cerrad bien las puertas!
¡Apagad las luces! Que viene el Relator.
España entera tiembla con
solo nombrarlo. El temido Relator, el Coco, el hombre oscuro que ha venido a
destrozar la paz idílica que siempre ha reinado en este maravilloso país.
Habrá una nueva guerra incivil.
Las plazas se llenarán de patriotas, enormes banderas ondearán bajo el cielo azul,
y una vez más escucharemos a la multitud gritar Viva España.
Todo muy cómico, muy
exagerado, muy español. Aquí todo es blanco o negro, Real Madrid o Barcelona,
Derecha o Izquierda. Todo el mundo está indignado porque le llegan mensajes inflamatorios
en sus móviles. ¡España se rompe! ¡Es el fin del mundo!
Y por supuesto todo es
muy cínico. Los políticos actúan como abogados – tienen una explicación para
todo. Es puro teatro. Lo triste es que tanta gente les siguen.
Entre tanto ruido es muy
difícil oír la voz de la moderación, de la perspectiva, de la sensatez. Parece
que para llegar al poder hay que hacer un curso en marketing agresiva, con
continuos ataques al rival, y con los fake news por bandera.
Son tiempos revueltos.
Hay agitadores haciendo muy bien su trabajo y los resultados están a la vista.
Pero no nos conduce a nada más que la confrontación. No es un camino
recomendable. Es un juego muy, pero muy, peligroso.
Lo que hace falta es un
poco de sosiego. Hay que comprobar los datos, no tragar cada mentira solo porque
se alinea con nuestra particular ideología.
Y sobre todo no hay que
tener miedo.
Bueno, menos al temido Relator.
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